Solía medir el tiempo en días o años. Sin embargo, en estos 30 inviernos he aprendido que lo que realmente importa son los segundos.
Piensa en ese segundo en el que tu abuela te mima y te cuida y te sientes consentido.
En ese segundo en el que tu madre te da un beso o termina de darte un mensaje de apoyo.
En ese segundo en el que tu chica te dice te quiero o te regala una carcajada desvergonzada.
En ese segundo en el que un olor te recuerda a tu primer amor.
En ese segundo en el que se prende el fuego con tu mejor amante.
O en ese segundo en el que un niño te mira con ilusión mientras juega.
Todo eso puede suceder en un segundo. Benditos segundos
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